Joseba Sarrionandiaren elkarrizketa “El Correo” egunkarian [esp.]

2013, 1 martxoa

2013ko otsailaren 24an “El Correo Español“ek Sarrionandiaren elkarrizketa argitaratu zuen igandeko “Cultura” sailean.

El Correon agertzeaz, hauxe dio Sarrionandiak: “Se me hace rara la idea de publicar en el periódico de Don Celes, que tanto leí en los viejos tiempos. Pienso que intercambiar ideas es bueno para todos“.


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Entrevista a Joseba Sarrionandia
“Los españoles serán más libres cuando los vascos puedan decidir libremente lo que quieren”
Iñaki Esteban
El Correo 2013.02.24

Las hemerotecas apenas registran tres o cuatro imágenes de Joseba Sarrionandia en su edad adulta, todas de la misma época. Tenía entonces unos veinte años y ya había empezado a recorrer un prometedor camino literario en el grupo Pott acompañado de escritores mayores que él, como Bernardo Atxaga, que no perdían ocasión para alabar su talento.

Si hoy apareciese, sólo unos pocos allegados reconocerían a este autor, nacido en Iurreta en abril de 1958. Y, sin embargo, son muchos los que han oído hablar de su trayectoria y los que han leído sus obras, escritas en euskera. A los 22 años, como miembro de un comando de ETA, participó en octubre de 1980 en el secuestro del conservero José Garavilla. Un par de meses después fue detenido y luego condenado a 18 años de cárcel. Su fuga de Martutene el día de San Fermín de 1985 junto a Iñaki Pikabea, escondiéndose en los bafles que había llevado el cantante Imanol para dar un concierto, es uno de los episodios más conocidos de su vida, popularizado gracias a la canción de Kortatu. Desde entonces nada se sabe de su vida. Los servicios de inteligencia españoles le sitúan en Cuba y su vuelta a Euskadi no tiene impedimento legal alguno porque sus delitos han prescrito.

Esta es una parte de la historia. La otra sigue por el camino literario que emprendió cuando aún era un estudiante de Filología vasca en la Universidad de Deusto. Como escritor, dio sus primeros pasos en la poesía con la obra Izuen gordelekuetan barrena (Donde se refugian los miedos), que aún perdura como uno de los grandes poemarios modernos en lengua vasca. Siguieron libros de cuentos como “Atabala eta euria” (El atabal y la lluvia), novelas como Lagun izoztua (El amigo congelado), ensayos en los que difumina los límites entre géneros como Ez gara geure baitakoak (No somos de nosotros mismos).

Ni críticos ni profesores ni lectores en euskera dudan de su lugar en la literatura vasca de los siglos XX y XXI. Todos alaban su capacidad para crear imágenes, los elementos fantásticos de su literatura, la precisión y la modernidad en el manejo del idioma. Miembro correspondiente de Euskaltzaindia (Academia de la Lengua Vasca), incluso han escrito una tesis doctoral sobre su faceta de traductor al euskera de obras del portugués Fernando Pessoa, del inglés Samuel T. Coleridge y de La tierra baldía del estadounidense T. S. Eliot, en un libro que compartió con Gabriel Aresti y Jon Juaristi.

En 2011 publicó Moroak gara behelaino artean? (¿Somos moros en la niebla?), ganador del Premio Euskadi de Ensayo. El Gobierno de Patxi López retuvo los 18.000 euros que le correspondían hasta que se aclarase su situación legal, una cantidad que liberó al comprobar que no tenía ninguna responsabilidad pendiente; ni civil ni penal.

Entre bárbaros

Publicada por Pamiela, traducida al español y ahora también al catalán –ayer mismo se presentó en Barcelona–, la obra sigue la pista de un antepasado del escritor, el franciscano Pedro Hilarión Sarrionandia, que hizo la primera gramática del amazigh, la lengua de los nómadas del norte de África. Original, a ratos complejo, otras divertido, el ensayo tiene como eje las relaciones entre las lenguas y la formas de dominación entre pueblos y naciones.

En las primeras páginas, Sarrionandia recuerda una tarde en la playa de Laida, cuando una señora les decía a tres niños aldeanos que veían por primera vez el mar: “Pero niños, ¿por qué no habláis en cristiano?” Se quedaron apocados como si les hubieran repartido, en vez de caramelos, vergüenza. La lengua del poder llevaba aquel día blusa amarilla y pendientes de perlas”, escribe.

Sarrionandia accede a ser entrevistado por primera vez en El Correo y responde a un cuestionario que le hace llegar su círculo más próximo. “Se me hace rara la idea de publicar en el periódico de Don Celes, que tanto leí en los viejos tiempos. Pienso que intercambiar ideas es bueno para todos”, confiesa.

¿Por qué los hablantes de una lengua se sienten superiores a los que utilizan otras?

Porque con los de tu propia lengua te entiendes y cuando te entiendes con otra persona no es fácil considerarla inferior. Si no le entiendes, es cómodo pensar que es tonto en lugar de hacer el esfuerzo de comprenderlo y ponerse en su lugar. Sobre todo cuando hay una estructura social que sostiene esa incomunicación, no es fácil reconocer con humildad las propias limitaciones. Ovidio, por ejemplo, no se dio cuenta de que los bárbaros eran también seres humanos hasta que lo expulsaron de Roma y, en el exilio, pudo escribir: “Aquí el bárbaro soy yo, porque no les entiendo a ellos”. Solo entre bárbaros, cerca del Mar Negro, se dio cuenta de que él también era un bárbaro.

¿Qué relación mantiene con otras lenguas?

Mi familia era vascoparlante y viví en vascuence la primera infancia, pero desde que entré a la escuela con aquel ambiente franquista dominante entonces en Durango, me tocó sufrir la proscripción de la lengua vasca hasta que a los catorce o quince años me esforcé por recuperar la lengua de mis padres. Para mí, el español fue un idioma impuesto muy totalitaria e inicuamente. Pero no me quejo de que me enseñaran la lengua castellana, sino de que me impidieran estudiar e incluso vivir en la mía propia.

¿Es el castellano para usted una lengua extraña?

No, yo no tengo nada contra ella y la considero mía también. Sí tengo mucho contra esa tendencia idiota de prohibir o despreciar las lenguas de los demás. Siempre me he sentido paisano de Rafael Sánchez Ferlosio o de Agustín García Calvo, pero nunca me voy a sentir del mismo país de aquellos formadores del Espíritu Nacional. Era una de las asignaturas, FEN. En relación a ese FEN que se sigue imponiendo en España tengo que decir, como José Bergamín, que “mi mundo no es de ese reino”.

En su libro habla de otras discriminaciones, además de la lingüística

Sí, de la ignorancia satisfecha de los ricos en relación a los pobres, de los heterosexuales en relación a los homosexuales, de los occidentales en relación a la gente del Tercer Mundo, de los hombres en relación a las mujeres. Así se despliega el desprecio a los oprimidos, que Elías Canetti consideraba el más ruin de los sentimientos, y que consiste en justificar la opresión alegando la propia naturaleza de la víctima. Se justifica la proscripción de una lengua aduciendo la incapacidad de la misma lengua. La gente adinerada invoca continuamente la noción de la holgazanería de los pobres. Hay hombres que argumentan todavía que la mujer debe ser ama de casa debido a su manera de ser. Y todavía hay gente que se cree el cuento de que Afganistán es bombardeada todos los días porque los afganos no respetan los derechos humanos.

En “¿Somos moros en la niebla?” está muy presente el tema de las identidades

Para mí la identidad es algo primario sin mayores consecuencias en sí mismo. Además, es variable. Cada cual tiene su manera de ser, como tiene nalgas. Es como es y quiere ser y los demás deberían simplemente respetar esa manera de ser del vecino. La identidad derivaría de la libertad y de la autodefinición. En la práctica, se vincularía a la autodeterminación de las personas y las sociedades.

Pero muchas veces se produce un choque entre ellas

En vez de ser un elemento de libertad, la identidad, en el sentido enque generalmente se habla de ella, viene a significar casi lo contrario. Es como la etiqueta que te pongo para no dejarte ser como te propongas. La hiperidentidad romana ponía la etiqueta de bárbaro a todo lo ajeno a su imperio, la hiperidentidad cristiana criminalizaba como moro a todo el que no se le sometiera y la sociedad occidental actual considera etnicista o fundamentalista lo que no se somete a su poder militar y al mercado.

¿Cree que las identidades se manejan desde el poder?

Hay gente que decide qué hacer con las nalgas de los demás, no sólo con las propias. La paz es el respeto al derecho ajeno. Cuando Samuel Huntington habla de “choque de civilizaciones” está hablando del gran proyecto de conquista del mundo por parte de la oligarquía anglosajona. Así, criminaliza la cultura islámica como obstáculo a la expansión de la cultura del mercado. Hace poco, los franceses bombardearon Tombuctú. Dicen que es porque está ocupado por fundamentalistas o hablan del irredentismo tuareg. Pero Francia llevan siglo y medio conquistando Tombuctú cada cierto tiempo. No entiendo por qué los tuareg, que se llaman a sí mismos “gente libre”, merecen serlo menos que los franceses.

La Policía y la cárcel

¿Hay un nacionalismo español que trata de imponer una identidad a los demás? ¿Ocurriría lo mismo con el nacionalismo vasco?

Supongo que podría darse esta última posibilidad y desde luego que las imposiciones se producen en función del poder que se tiene. Pero el nacionalismo español es el que ha jugado ese papel de imposición, con un Estado que pretende la homogeneización interior, porque ni el vasco, ni el catalán, ni el gallego se han establecido como Estado nacional. No es cuestión de buenos y malos, porque los mecanismos de dominación arrastran a todo el mundo. Hay gente que piensa que la libertad de los españoles se acabará cuando empiece la libertad de los vascos, confundiendo dar libertad con perder propiedad. Pero los españoles serán más libres cuando los vascos puedan decidir libremente lo que quieran.

Una parte importante del libro aborda su experiencia en la cárcel

El ensayo sigue el hilo de una reflexión sobre la libertad, tan maltratada y tan condicionada siempre. La cárcel es una institución relativamente moderna y los planes penitenciarios se parecen bastante a lo que se proyecta para el conjunto de la sociedad.

¿En qué sentido?

Los diseños de panóptico de Jeremy Bentham, por ejemplo, basados en la idea de la interiorización de la vigilancia desde una torre central, trascendieron las cárceles y ya se aplican en todos los ámbitos. Me parece alarmante que, en lugar de optar por un tipo de sociedad más o menos igualitaria y de convivencia, se opte cada vez más por una sociedad estratifica da y sostenida mediante la vigilancia y el castigo. En EEUU es donde más gente armada y más presos hay por habitante. O sea, la Policía y la cárcel parece que van a ser como un índice de desarrollo.

Reconoce que “tenemos un montón de basura frente a la puerta de casa”. ¿No le tienta volver por aquí, ahora que la situación ha cambiado, y coger la escoba?

La basura y lo que se ha hecho mal hecho es tan visible por todas partes que debería ser fácil deducir que hay que cambiar las cosas. No tengo mucha confianza en mis dotes de barrendero. Hay muchos mejor que yo y pienso que entre todos podríamos hacer algo para que el país sea más habitable.

Joseba Sarrionandia fue profesor de Fonética en la UNED de Bergara justo después de terminar Filología vasca, y colaboró con las revistas euskaldunes más influyentes de aquella época, como “Zeruko Argia“, “Anaitasuna“, “Jakin” y también en la publicación satírica “Oh Euzkadi“, además de en “Pott“.

¿En qué se diferencia la literatura en euskera que se hacía cuando usted empezó y la que se hace ahora?

En la década de los 70, la literatura vasca se mantenía al borde de la proscripción y de la inexistencia. Ahora conforma un sistema literario más o menos normalizado. Los vascoparlantes tienen su literatura, pudiera decirse. Sin embargo, cada libro que se publicaba hace 30 años era como una afirmación de existencia y resistencia. Ahora, en el mercado, que parece ser que es el mundo de las cosas como son, la literatura vasca, como toda la literatura en general, va adquiriendo matices de banalidad e intrascendencia. A diferencia de la literatura en lengua española, que es grande, la literatura vasca, que es pequeña, necesita el aliento de toda la comunidad. Por su situación, no creo que pueda permitirse el lujo de estar mal escrita ni de ser insignificante.

Usted es traductor y políglota. ¿Qué experiencia tiene de las distintas lenguas?

Me siento del país de Brassens, y no me sentiría fuera de lugar enterrado en Spoon River (río de Illinois con el que Edgar Lee Masters tituló uno de sus libros de poemas). Cada lengua es como una entrada a un mundo diferente. Cada lengua es bastante más de lo que se puede traducir a otra. Es como una mano que te lleva a un mundo distinto, como me di cuenta hace mucho tiempo leyendo en gallego a Anxel Fole, Álvaro Cunqueiro o Xosé Luis Méndez Ferrín. Generalmente aprendemos los idiomas “grandes”, pudiera decirse. Pero los idiomas minoritarios no tienen por qué enseñar un mundo más pequeño que los grandes. Cada idioma despliega el mundo entero, y el mundo es un poco distinto en cada lengua.

Inspirador musical más allá de “Sarri, Sarri”

La popularidad de Joseba Sarrionandia creció gracias a una canción de Kortatu, “Sarri, Sarri“, en la que a ritmo de ska contaba la fuga de la cárcel de Martutene. Salió en 1985 y estuvo sonando en bares, radios, conciertos y verbenas durante años. Pero Kortatu no fueron los primeros en imprimir a su música el sello del escritor. Ruper Ordorika se adelantó y en 1983 publicó un disco, “Ni ez naiz Noruegako errege“, con dos canciones con letras del autor de Iurreta. La lista de los solistas y grupos que se han inspirado en su literatura es larga. Mikel Laboa fue también de los primeros, lo mismo que Oskorri e Imanol. Y de ahí hasta Jabier Muguruza o los más actuales Ken Zazpi

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